martes, 15 de enero de 2013

Espera


Permitime que te diga este par de cosas
aunque se vaya haciendo impar, aburrido
como el gato sobre el sofá, fofo y pesado,
pestañeándole a la tarde.

No voy a ser quien te lleve de la mano,
te ciña la cadera entre el polvo de la gente
o te obsequie algo más que dos silencios y un olvido,
algo menos que una palabra rota vuelta afuera.

Podés esperar tantas cosas, che,
esperar por ejemplo y entre otras el árbol para la siesta,
el amor después de las oficinas, el sexo
sin más recompensa que sexo y la nieve que le sigue,

mosca pegajosa, la nieve que lo calla y lo entrega al vacío
de los ojos en el ventilador.
Ajá, entre otras cosas esperarme al final de la calle
que lagrimea de zapatos y bicicletas

y a veces de paraguas, a veces de vos hecha una risa
bajo el paraguas abriendo un espacio entre la lluvia;
esperarme sabiendo que no  voy a condescender a
tu reloj pulsera ni a la película a las diez-en-punto (nótese la precisión)

ni al almuerzo lleno de perros y lamentaciones.
Vos podés esperarme, podés hacerlo, estoy seguro.
Pero también lo estoy de otra cosa, más firme, más erguida.
De que vas a tirar el paraguas, morder las películas a las diez-menos-diez,

perseguir el sexo dentro de  las manos de aquél y las palabras
sonsacarlas del fondo de la canción en la radio,
de que vas a llenarte de calles de las que me empujarás como una lágrima
vieja.

Y así es como voy a empezar a esperarte.

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