jueves, 24 de enero de 2013


A vos, que no me leerás

Aquí tanta perra vieja, tanta peste de limón gangrenado
anoche te soñé y tu cara era un espejo
con mi cara y espuma en la nariz
ya sé no me digas tenés razón
esta curda de los ojos en el vaso temblando como lunas lejanas
es lo poco que tengo y también lo que me falta
y vos allá tan afuera cerca de la noche
dibujando gatitos en los papeles que no te di y perdiste
a propósito porque te gusta perder y luego encontrar
estás tachando los poemas que rezuman tu nombre
gritos estúpidos sangre derramada en la sopa
en el vino que se quiebra
mirá acá están tus ojos
en este pedacito tu boca lenta
acá tu voz como una enredadera
trepándome el pecho sacudiéndome el pecho
todo tu nombre es espada
que me tajea la boca
filo a filo diente a diente
todo tu nombre reticencia
lejanía
inconstancia puro olvido disfrazado de payaso
 y yo acá tan Gato Barbieri sin saxofón
tan Fito Páez sin piano
desafinando (te reías cuando desafinaba Fito, te acordás) mis manos
y esta síncopa en los versos
este esquivar el molde que me impone el mundo
la lluvia que prefiero no ver
el fango en mis zapatos
y  baby en el disco compacto
ah este poema que me repite y me niega
y se deshace entre el humo del cigarrillo
que quiero fumar y agría mi boca

martes, 15 de enero de 2013

Espera


Permitime que te diga este par de cosas
aunque se vaya haciendo impar, aburrido
como el gato sobre el sofá, fofo y pesado,
pestañeándole a la tarde.

No voy a ser quien te lleve de la mano,
te ciña la cadera entre el polvo de la gente
o te obsequie algo más que dos silencios y un olvido,
algo menos que una palabra rota vuelta afuera.

Podés esperar tantas cosas, che,
esperar por ejemplo y entre otras el árbol para la siesta,
el amor después de las oficinas, el sexo
sin más recompensa que sexo y la nieve que le sigue,

mosca pegajosa, la nieve que lo calla y lo entrega al vacío
de los ojos en el ventilador.
Ajá, entre otras cosas esperarme al final de la calle
que lagrimea de zapatos y bicicletas

y a veces de paraguas, a veces de vos hecha una risa
bajo el paraguas abriendo un espacio entre la lluvia;
esperarme sabiendo que no  voy a condescender a
tu reloj pulsera ni a la película a las diez-en-punto (nótese la precisión)

ni al almuerzo lleno de perros y lamentaciones.
Vos podés esperarme, podés hacerlo, estoy seguro.
Pero también lo estoy de otra cosa, más firme, más erguida.
De que vas a tirar el paraguas, morder las películas a las diez-menos-diez,

perseguir el sexo dentro de  las manos de aquél y las palabras
sonsacarlas del fondo de la canción en la radio,
de que vas a llenarte de calles de las que me empujarás como una lágrima
vieja.

Y así es como voy a empezar a esperarte.